miércoles, noviembre 14, 2012

Y saboreo con rencor el estilo del que leo…

Siempre que digo escribiré… o cualquier verbo en tiempo futuro, se queda en esa sentencia. Tal vez deba hacer como siempre me dice mi padre: No te preocupes ¡ocúpate!, pero la verdad es que lo más cercano que he estado de empezar un cuento, novela o relato breve, son cinco cuartillas incoherentes que vistas desde un estilo periodístico son un completo fiasco.
Me salvan los saberes orales diarios, me explico…
En estos días me dijeron que la profesión que elegí para ganarme el pan creaba una barrera, no precisamente gnoseológica, con la literatura. La persona que me lo dijo cree mucho en las teorías conspiratorias y el ocultismo, confieso que siempre he sentido que existen cosas difíciles de explicar pero no soy amante de esos extraños filling.
Antes de que esa persona me dijera que mi profesión y la literatura no compaginaban, nunca lo había analizado, y eso me molestó muchísimo, pero como dice el sabio refranero popular: Uno nunca sabe lo que tiene hasta que no lo pierde… y parece que yo perdí mi derecho a disfrutar de la literatura hace casi 10 años, cuando escogí una profesión que pensaba me acercaría aún más a una de mis más grande pasiones.

Y mientras pasan los días…
Hago todo lo humano posible por no disecar mis pasiones con el diarismo periodístico.

Agradezco releyéndome que aún permanezca ese monólogo interior heredado de mis realistas mágicos.

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