viernes, febrero 12, 2010

Para seguir hablando de los '90 en Cuba

Esta etapa no está contada aún y pienso que podríamos hablar de ella muchísimo, incluso más de todo lo que se ha hablado en relación al “Quinquenio Gris”, sólo que aún es demasiado pronto... Pero les prometo que siempre la abordaré desde el amor, pues fueron mis años de niñez y para mí los apagones, y el hollín de las chismosas o candiles como decimos en oriente fueron juegos, y muy divertidos, del hambre no me acuerdo, tal vez porque mi madre comía menos que nosotras y siempre ingerimos algo aunque no fuera la gran cosa.

Para los que no me conocen mucho, mis raíces son humildes, mis padres eran profesores y nunca he tenido FE (Familia en el Extranjero) y sí mucha FA (Familia que Ayudar), así que los ’90 los pasé como buena cubana, con ventiladores órbita cuando había corriente, o a la intemperie en el patio de mi casa para poder soportar el calor junto a mis padres, la primera ropa que tuve que no fue hecha por mi madre fue por el 95 cuando mi padre fue a un curso a la Universidad de Málaga, recuerdo que me trajo también la segunda muñeca de toda mi infancia, la tercera y última me la regalaron cuando cumplí 15 años, ya no era tan niña…

Nosotros éramos 5 primos y yo la menor, por eso me decían piojito y me tocaban todas las maldades y a mi hermana también porque éramos (y todavía los somos un poco) medio come mierdas, así que ella en 1991 cuando estaba en primer grado se partió la tibia y el peroné porque mi primo la “ayudó” a saltar de una escalera, al siguiente año se cayó en la ducha de Daiquiri (una playa) con mi prima y se partió la ceja, les prometo una foto para que vean que aún tiene la marca…

mi prima mayor que tendría como 17 o 18 años era la peor… una vez se le ocurrió hacer té de orégano en la azotea de la casa que era colonial, de madera y tejas, de más está decirles que cuando la candela se empezó a extender llegó mi tía y nos bañó a todos con agua para apagar el fuego, no me pregunten cómo, pero ya mi prima no estaba ahí y los regaños, castigos y jalones de oreja fueron para las tontitas que se quedaron.

Los escasos juguetes industriales que recuerdo mi madre adquirió por el cupón fueron: plastilina, una pelota recién estrenada que mi primo botó hacia una azotea y un velocípedo que no sé de dónde sacaron mis padres y al que nunca ni mi hermana, ni mi prima Yanet -que tiene la misma edad de Mimi , my big sister- y yo pudimos montarnos, pues los malos de la peli, Adriana y Guillermito se montaban todo el día (mientras sirvió) y a nosotros como las debiluchas que éramos nos tocaba correr detrás de ellos… en fin, pese a todas las maldades de mis primos, amo esa etapa… y propongo que me dejen sus anécdotas en los comentarios, prometo reunirlos y hacer un cuento generacional…

Un beso

5 comentarios:

El Compay Miguel Ángel dijo...

Aylin
Es intresante lo que cuentas, pero deberías ahondar más y no quedarte en las anécdotas, que no por ello dejan de ser curiosas; leyendo tu pequeña historia me pregunto si tu primo Guillermito nunca te mordió, porque piños nunca le faltaron.
Quizás eres muy joven para practicar el "revival" pero sería edificante analizar hasta dónde has llegado y el inmenso camino que te queda por recorrer, ¿te has preguntado cómo una niña de la generación del periodo especial pudo llegar hasta la universidad y tener una carrera?.
¿cuántos de tus compañeros/as pioneros se quedaron en el borde del camino? ¿mereció la pena el esfuerzo? yo creo que sí, y mucho; es bueno pertenecer a una familia qe valora más la educación y la cultura que otros bienes materiales, es magnífico el diálogo generacional sin el cual nunca habrías llegado hasta aquí.
Recuerdo el poema que alguien te recitó el día de tus 15 años, un padre hablaba con su hija y decía:
"Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.

Hija mía es mejor vivir
con la alegría de los hombres
que llorar ante el muro ciego.

Te sentirás acorralada
te sentirás perdida o sola
tal vez querrás no haber nacido.

Yo sé muy bien que te dirán
que la vida no tiene objeto
que es un asunto desgraciado.

Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.

La vida es bella, ya verás
como a pesar de los pesares
tendrás amigos, tendrás amor.

Un hombre solo, una mujer
así tomados, de uno en uno
son como polvo, no son nada.

Pero yo cuando te hablo a ti
cuando te escribo estas palabras
pienso también en otra gente.

Tu destino está en los demás
tu futuro es tu propia vida
tu dignidad es la de todos.

Otros esperan que resistas
que les ayude tu alegría
tu canción entre sus canciones.

Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti
como ahora pienso.

Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.

La vida es bella, tú verás
como a pesar de los pesares
tendrás amor, tendrás amigos.

Por lo demás no hay elección
y este mundo tal como es
será todo tu patrimonio.

Perdóname, hija mía, no sé decirte
nada más pero tú comprende
que yo aún estoy en el camino.

Y siempre siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso."

Y como resulta que este poema dice todo aquello que yo ahora, leyendo tu artículo, quiero decirte, mejor me callo.

Unknown dijo...

GUAO, gENIAL ESE COMENTARIO, YA SÉ QUE ME VAS A DECIR QUE YO SOY UN SENTIMENTAL Y QUE ESCRIBO .... OK, PERO ESTE ARTÍCULO TUYO E SLO MEJOR, CREO QUE PARA ESO SON LOS BLOGS, PAGÍNAS PERSONALES QUE NOS ACERCAN A LAS PERSONAS EN UNA ALDEA GLOBAL EN LA QUE NOS SEPARAN MUROS, YA TE CUENTO DE MI, UN BESO GRANDE

Dayán García en El click del campesino dijo...

pues aquí estoy, devolviendo la deferencia, un abrazo desde ya, y siguele metiendo ganas, de esas que te sobran, buen post, un abrazo condiscípula

Rocío dijo...

Recordando los '90 me atrevo a decir que casi todos los que en esos años fuimos niños, los recordamos con amor y nostalgia.
Fueron años de productos improvisados, como los candiles en pomos de medicina, los cartones o cuanta superficie plana apareciera para abanicarnos, los vasos de las latas de refresco o cerveza rallados «chirriantemente» en la acera para desprender su superficie, los estropajos de maguey para fregar las lozas...
En cuestión de alimentación, unos recordrán más; otros no tanto por la poca edad que teníamos, pero al cabo del tiempo los comentarios de algunos se hacen nuestras anécdotas también: las pastillitas de multivit para hacer arroz amarillo, las pizzas con queso de quién sabe qué, los «picadillos» de plátano...
Sin embargo, lo que verdaderamente siempre recordaremos son los juegos de la infancia, porque los niños todo lo ven como un juego y es solo por eso por lo que se preocupan, las cosas paralelas siempre serán anécdotas inolvidables, a veces risibles.
Todas las tardes al llegar de la escuela íbamos como Juan que se mata a una esquina del barrio para jugar al Pañuelo (dos equipos, uno frente al otro, ponen a sus integrantes números que se repiten en el otro bando, y una persona que está en medio con el pañoelo en la mano grita: tanto + tanto x el númeroooo.... 5, salen corriendo los dos 5 y el que logre llevarse el pañuelo sin que el otro le toque, gana). También júgabamos al «Topa'o», corriendo por el medio de la calle; nos deslizábamos en yaguay loma abajo, hacíamos «runrun» con chapas achatadas con hilo por el medio, y cada uno tenía una «Colección» (colección de papelitos de galleticas, caramelos, chicles (los cuales poníamos en el congelador y le úntabamos pasta dental para que volvieran a coger sabor), etiquetas de ropa, cajetillas de cigarros vacías, etc.
Muchas son las cosas que para algunas personas de otros lugares del mundo podrían parecer pauperrímas, extremas en ocasiones. No obstante, hasta eso lo disfrutamos y seguimos, aquí, echando pa'lante. Por eso nos reímos tanto de nuestras películas, porque el cubano ha aprendido a comteplar su realidad, a reírse de ella, pero también a reflexionar para sortear las carencias y seguir viviendo dignamente.
Estoy segura que nuestras familias siempre garantizaron que a la hora de dormir, ya nos hubiésemos llevado, al menos un pan a la boca. Fueron años duros, pero sobrevivimos y nos hicimos fuertes ante esas necesidades. A los cubanos no hay quién les haga un cuento. Nosotros somos eternos innovadores y racionalizadores en vista se seguir aprovechando lo que tenemos.
Y pensar que algunos de aquellos niños ya hoy llevan a sus hijos a dar vueltas por el parque, o los dejan jugar sin miedo en la calle, como solo en Cuba se puede hacer, y se acuerdan como si fuera ayer las veces en que con «olor a pajarito» salían a jugar sin muchas veces haber hecho la tarea.
¡Qué lindos momentos! ¿Se han puesto a pensar qué barato nos divertiamos antes? Aquellos años, mis años de período especial, son inolvidables.
Soy conciente de que no se puede vivir para siempre en la infancia, y que cada etapa de la vida es única e irrepetible; pero por más que digan que ser un pequeño no cuenta a la hora de las decisiones... cuántas veces los chicos nos enseñan cosas hermosas y nos hacen ver el mundo de otra manera?

Anónimo dijo...

Hola, me parece muy interesante y tal vez nostálgico recordar un periodo de tu vida, mas que todo aquel donde uno empieza a descubrir el mundo y quizas la inocencia y la facilidad de aprender en los primeros años de vida , construyen un mundo mágico.
Los 90 para mi fueron de adolecencia,inclusive fue cuando ví la película "fresa y chocolate", en ese entonces no sabia donde quedaba Cuba ni que algún día pasaría casi 10 años en ese hermoso país.
Un saludo para ti Aylin, y me encanto esta publicación,,, sigue contando más---- que tal la primera década del siglo XXI.